31 julio 2018

Inicio de una historia...

Los textos que voy a presentarles a continuación, son las palabras de Gastón Acurio quien ha publicado en su face parte de su historia en cinco entregas, en vista de los nuevos retos que asume con el Restauranta Astrid y Gastón, con la inauguración de una nueva sede. El tercer texto, particularmente me parece muy tierno por la manera que evoca sus recuerdos, por eso me he tomado la libertad de compartir ese texto y los demás para que puedan comprender bien la historia :) y se entretengan un rato conociendo más de cerca a quien a promovido nuestra gastronomía a nivel internacional :D


El inicio de la historia...
Por Gastón Acurio

Astrid y Gastón fue fundado hace 19 años fruto del amor y el sueño de una pareja: el hacer un lindo restaurante con el cual pudieran ser felices y hacer felices a quienes los visiten.

Son muchos los recuerdos, es honda la nostalgia, es tanto lo vivido.

Como todo en la vida, hoy Astrid y Gastón poco a poco va acercándose a la culminación de una etapa y al inicio de otra.

Una etapa llena de historias escritas se empieza a cerrar, otra llena de historias por escribir empieza a abrirse.

Los retos por delante que tendrá el nuevo Astrid y Gastón serán inmensos. Intentar ser uno de los diez espacios gastronómicos referentes del mundo. Ser una vitrina peruana de vanguardia que inspire a los cocineros del mundo. Ser una ventana de oportunidades para nuestra cultura, nuestra biodiversidad, nuestra multiculturalidad desde una mirada peruana y universal.

Liderado por Diego Muñoz, el equipo que finalmente se prepara para iniciar esta nueva etapa lo hace lleno de ilusion, profesionalismo, pasión. Esa triple C, que ha inspirado nuestro trabajo siempre: calidad, creatividad, compromiso, hoy la llevan en la sangre y el corazón con la certeza de que al hacerlo estarán cumpliendo con lo que se espera de ellos.

En los próximos 20 años la historia de la cocina peruana escribirá sus mejores historias. Y este equipo será uno de los tantos que se encargaran de escribirlas.

Y nosotros, los que vivimos los 20 años pasados, estaremos allí siempre para aconsejarlos, pero sobretodo, nos sentaremos a disfrutar orgullosos con cada uno de sus logros.

Por ello hoy empezamos una serie que busca compartir con todos , cada uno de los miembros de este equipo que hoy sueña y vibra con hacer historia.

Y lo hacemos con aquellos que son piezas esenciales de que el resultado diario acompañe a todo el equipo.

Con los chicos que hoy se encargan del lavado de todo el menaje. Chicos llenos de sueños que si siguen como hoy, un dia llegaran a ser, reconocidos jefes de cocina o emprendedores exitosos.

Hoy empezamos esta serie que además irá acompañada de anécdotas vividas en Astrid y Gastón en los últimos 20 años con la presentacion de JOSÉ LUIS BRAVO.

Chorrillano de corazón. Padre responsable y sustento de toda su familia. Para Diego es la encarnacion de la bateria pesada de este ejercito de paz. Él se encarga de que todas las ollas y sartenes lleguen en perfecto estado a cada uno de los cocineros. Todo su tiempo libre, lo invierte para vestirse de cocinero y apoyar durante el servicio. Diego no se equivoca. Esta seguro que Jose Luis un día será un gran gran cocinero. Y asi será.




Astrid y gaston. La historia continúa.
1993. Un año antes. 

Llegamos a Lima en un invierno de 1993. Un largo entrenamiento y el sueño del pequeño restaurante eran nuestro único patrimonio. Regresamos no como regresan los héroes a casa luego de una victoria. Regresamos como el hijo pródigo, al que había que perdonar, que comprender. Al fin de cuentas, alguien que había preferido la cocina a la política, solo podia estar cometiendo un error. Eran otros tiempos.

Ese era el escenario en que Lima y su cielo gris nos recibia aquel invierno. Astrid embarazada, ambos sin un centavo en el bolsillo, un entorno sin ninguna fe en nuestro sueño. Habia que luchar.

Conseguimos un buen trabajo rapidamente. Astrid en la pasteleria Cherry, al lado de quien luego seria nuestro socio, Pepe Carpena. Yo, en el Inat, iniciando el camino de lo que luego seria Le Cordon Bleu Perú. Esto nos permitió ir saboreando la Lima de entonces. Ir comprendiendo como nuestro sueño debia iniciar su camino. Absorviendo consejo de aquellos curtidos en largas batallas. Gracias Ugo Plevisani. Gracias Johnny Schuller.

Todas las tardes, saliamos a buscar esa casa que habitaba en nuestros sueños. Ese espacio donde podriamos plasmar al fin todo lo aprendido. El restaurante propio. Y apareció. Calle Cantuarias 175. Puerta casi tapiada. El recuerdo de que alli alguna vez habia funcionado un bar de alterne. Y, de pronto, un ángel. Teresa, su dueña. Decidida a no alquilarla nunca más a nadie debido al drama vivido durante años con su anterior inquilino. Al comienzo nos recibió con un rotundo NO. Le contamos de nuestro sueño, de nuestra historia de amor, de lo que pensaban de nosotros los demás, la miramos a los ojos solo como dos jóvenes pueden hacerlo cuando tienen la obligacion de salir adelante. Y el aángel nos creyó. El local era nuestro. Solo un detalle. No teniamos dinero.

Tocamos todas las puertas. Hermanas, cuñados, padres, tios, amigos de padres. Gracias al amor que nos tenian, reunimos finalmente cuarenta y cinco mil dolares. Dinero prestado con la convicción que jamás seria devuelto. Al cabo de 6 meses de abiertos, devolvimos cada centavo. Pero esa es otra historia.

Hoy el nuevo Astrid y Gastón no tiene ese monto para su puesta en marcha. El nuevo escenario cuenta con un presupuesto cien veces mayor. Cuatro millones y medio de dólares.

Son tiempos distintos. No son ni mejores ni peores que los vividos por nosotros. Ayer el reto era inmenso, hoy también. Ayer las oportunidades llenaban el cielo. Hoy aún más. Ayer el camino parecia largo y empinado. Hoy es una enorme montaña a escalar.

No. Los retos de Diego y su equipo no son distintos a los que tuvimos Astrid y yo. Ayer era nuestro sueño, nuestra familia, nuestro futuro. Hoy es el honor de representar a tu país, la oportunidad de inspirar al mundo con lo nuestro, el reto de estar entre los mejores, No, salvo

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